EFFECTS Video de la instalación
EFFECTS
En primer lugar hay la voluntad de trasladar la exposición hacia el espacio doméstico, dejando de lado la otra mitad propiamente galerística. Oportunidad que sólo un espacio de estas características puede ofrecer.
La exposición gira en torno a una proyección en el que se ve una imagen -de las ventanas de la casa que están orientadas hacia la calle- que se va transformando de múltiples maneras en si misma. Hay por tanto una transformación constante, un prometedor cambio que paradójicamente resulta infructuoso porque acabará por conducirnos siempre a lo mismo.
Esta alteraciones mediante cierto tipo de efectos estandarizados se denominan en el lenguaje audiovisual “cortinillas” y se usan preferentemente en los informativos. Este recreo tridimensional aporta cierta espectacularidad y dinamismo a la vez que ayuda a remarcar de manera muy clara la transición entre un reportaje y otro. En Halfhouse podremos ver una proyección que superpondrá sucesivas capas de un insustancial espectáculo visual proveniente de los servicios formativos a un fragmento de realidad doméstica anodina a la vez que muy persistente y poco dinámica: A las ventanas -que habían sido el marco a través del cual las casas recibían imágenes del mundo exterior antes de hacerlo a través de las pantallas- se les pondrán cortinillas -que tradicionalmente se usan para atenuar algún modo la estridencia del exterior además de preservar la intimidad-.
La mutación de la realidad en imagen mediante la fotografía o el video o lo que es lo mismo esa transformación de lo tridimensional en bidimensional para volver a transfigurar esa recién adquirida bidimensionalidad en una nueva tridimensionalidad virtual hace referencia directa a la cosificación de la imagen digital, a su ductilidad potencial y a la realidad entendida como una superposición de capas. Características todas ellas muy presentes en los programas de edición digital de imagenes que pueden transformar radicalmente la imagen fotográfica y que precisamente lo hacen descomponiéndola en muchas capas. Esta potencialidad de ser modificada ha arrastrado a la imagen fotográfica hacia la pintura porque gracias a este uso de los programas de edición hemos vuelto a saber que la imagen fotográfica también es una elaboración, no un fragmento de la realidad.
En primer lugar hay la voluntad de trasladar la exposición hacia el espacio doméstico, dejando de lado la otra mitad propiamente galerística. Oportunidad que sólo un espacio de estas características puede ofrecer.
La exposición gira en torno a una proyección en el que se ve una imagen -de las ventanas de la casa que están orientadas hacia la calle- que se va transformando de múltiples maneras en si misma. Hay por tanto una transformación constante, un prometedor cambio que paradójicamente resulta infructuoso porque acabará por conducirnos siempre a lo mismo.
Esta alteraciones mediante cierto tipo de efectos estandarizados se denominan en el lenguaje audiovisual “cortinillas” y se usan preferentemente en los informativos. Este recreo tridimensional aporta cierta espectacularidad y dinamismo a la vez que ayuda a remarcar de manera muy clara la transición entre un reportaje y otro. En Halfhouse podremos ver una proyección que superpondrá sucesivas capas de un insustancial espectáculo visual proveniente de los servicios formativos a un fragmento de realidad doméstica anodina a la vez que muy persistente y poco dinámica: A las ventanas -que habían sido el marco a través del cual las casas recibían imágenes del mundo exterior antes de hacerlo a través de las pantallas- se les pondrán cortinillas -que tradicionalmente se usan para atenuar algún modo la estridencia del exterior además de preservar la intimidad-.
La mutación de la realidad en imagen mediante la fotografía o el video o lo que es lo mismo esa transformación de lo tridimensional en bidimensional para volver a transfigurar esa recién adquirida bidimensionalidad en una nueva tridimensionalidad virtual hace referencia directa a la cosificación de la imagen digital, a su ductilidad potencial y a la realidad entendida como una superposición de capas. Características todas ellas muy presentes en los programas de edición digital de imagenes que pueden transformar radicalmente la imagen fotográfica y que precisamente lo hacen descomponiéndola en muchas capas. Esta potencialidad de ser modificada ha arrastrado a la imagen fotográfica hacia la pintura porque gracias a este uso de los programas de edición hemos vuelto a saber que la imagen fotográfica también es una elaboración, no un fragmento de la realidad.