TIEMPO LIBRE
Carmen de Ayora. Halfhouse, 20 junio
Cuarto intento de escribir el inicio de un texto introductorio sobre la obra de Carmen de Ayora. Hace un rato me decía, cuando le confesaba que solo me salían finales, que de eso iba el arte, de enfrentarse al no me sale. Y claro, con estas verdades como piedras que brotan de la destilería de nuestra Carmen, sentarse a hacer ejercicios retóricos da un poco de susto, por puro miedo de traicionar la verdad que atesora el objeto. Bromas a parte, la selección de trabajos recientes que, bajo el título Tiempo libre, se reúnen en Half House ofrecen un recorrido tan místico como esencialista sobre lo político y lo estético, una reivindicación incendiaria del tiempo de vida. La radicalidad de armonizar el ser en un mundo marcado por la disrupción y el sin sentido. Cóbrate lo que te debo, Tiempo libre y Arte puro. Juntas sobreviviremos a la distopía.
La exposición arranca en el jardín, con las pancartas, presentando una serie de dibujos donde se establecen diálogos despersonalizados entre elementos arquitectónicos secundarios, plantas o estructuras industriales. Interrogaciones a gritos, mantras de catequesis anticapitalista, declaraciones de intenciones escindidas, desdobladas o bifurcadas sobre el mundo.
¿Que te parecen las pequeñas preocupaciones humanas? - pues que sirven para ocultar las grandes¿Crees que seguirá pasando gente? - No vendrá el diluvio tras nosotros.¿La producción...? - No te permite vivir lo que te esta pasando.
Pensamiento común. Una charla en el pueblo, en el pasillo de la escuela, en todos los desiertos del mundo puede prender la chispa de una declaración de intenciones.
El trabajo de Carmen de Ayora parte de un compromiso profundo con la vida real, cuyo sentido último es dedicarse a la contemplación y a la espera de una verdad revelada. En el recibidor de Half House topamos de pleno con una de estas: Tiempo libre, rechazo al trabajo mayúsculo, bien grande, contra la reificación de los cuerpos y la alienación del espirítu. Con todo lo escrito y dicho sobre el tema, la fuerza del mural de Carmen, más allá del gesto, es que se trata de un lema de vida muy batallado. Y al lado de Tiempo libre, el páramo árido de la deudocracia. Se me viene a la cabeza esa ranchera tremenda de Vicente Fernández: “Cuanto te debo, no quiero deudas que se paguen con mi sangre, cóbrate y vete, que mi alma tiene hambre de ese amor puro...”
Y ya que hablamos de amor puro, vamos al metalenguaje, penetrándolo por la bisagra escultórica y monumental que enlaza vida, política y arte Si no haces algo revolucionario no hagas nada, Si no haces nada revolucionario no hagas nada. El juego de dispararle palabras a la indiferencia ¿revolución o contemplación, revolución sin contemplaciones, revolución y contemplación, contemplación revolucionaria...? El uso paradójico de la palabra, la poética de la aspereza y la alusión permanente al arte como espacio libre de la conciencia, son algunos de los rasgos más distintivos de Carmen de Ayora. Una investigación acerca de las posibilidades de decir, de pensar y ejercer la diferencia, fuera de los estándares culturales en los que trata de hacernos encajar, a nivel global, el neoliberalismo ultraconsumista.
Tan reseñable como lo expuesto son los descartes, es cuestión de fraseado, Las palabras y Arte Puro, se quedan para nosotras. Llamarada mística resistiéndose a la museificación. Y con semejante incendio interior, sentarse a dibujar un árbol. Radicalidad ante todo, pasen y vean.
Amanda Cuesta